ROSA DE LIMA
A los cincuenta y un años de la fundación de Lima, "Ciudad de los Reyes", siendo virrey Don Fernando Torres de Portugal, nació el 30 de abril de 1586 una niña, hija de Don Gaspar Flores y Doña María de Oliva, a quien pusieron de nombre Isabel.
Estando en Quives, provincia de Canta, al noreste de Lima, donde su padre administraba temporalmente una mina de plata del distrito de Arahuay, Isabel Flores de Oliva fue confirmada por el arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, quien le puso el nombre de Rosa.
Rosa recibió el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo el 10 de agosto de 1606 en el convento del mismo nombre adonde acudía diariamente a hacer sus oraciones.
La vida de Rosa se desarrolló dentro del ritmo simple y religioso de la sociedad limeña de ese entonces. La santa pasaba el mayor tiempo posible en la casa con sus hermanos menores, ocupada en los quehaceres domésticos o en la oración. Aunque no era la mayor de los hijos se propuso ayudar generosamente en el sostenimiento de su hogar. Tenía distribuido el día entre la oración, el trabajo y unas pocas horas de descanso.
Entre sus principales virtudes se señalan la obediencia, que practicó desde muy niña hasta los últimos momentos de su vida, cuando amorosamente pidió la bendición y perdón a sus padres y confesores.
La humildad fue otro de los valores que cultivó, pues en una época de exageraciones piadosas, Rosa apareció como un ejemplo de sencillez, no obstante la abundancia de gracias y penitencias que se imponía
Otra de sus virtudes fue la caridad. Sentía un vivo deseo por la salvación de las almas y animaba a sus hermanos dominicos a predicar y a ir a las misiones. Según las referencias de la época, atendía a toda clase de necesitados, especialmente a enfermos y mendigos.
Rosa de Santa María vivió hasta los 31 años. Durante los últimos tres meses de su vida fue hospedada en la casa de la familia del contador Gonzalo de la Maza, lugar en el que se levanta actualmente el Monasterio de Santa Rosa.
A los cincuenta y un años de la fundación de Lima, "Ciudad de los Reyes", siendo virrey Don Fernando Torres de Portugal, nació el 30 de abril de 1586 una niña, hija de Don Gaspar Flores y Doña María de Oliva, a quien pusieron de nombre Isabel.
Estando en Quives, provincia de Canta, al noreste de Lima, donde su padre administraba temporalmente una mina de plata del distrito de Arahuay, Isabel Flores de Oliva fue confirmada por el arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, quien le puso el nombre de Rosa.
Rosa recibió el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo el 10 de agosto de 1606 en el convento del mismo nombre adonde acudía diariamente a hacer sus oraciones.
La vida de Rosa se desarrolló dentro del ritmo simple y religioso de la sociedad limeña de ese entonces. La santa pasaba el mayor tiempo posible en la casa con sus hermanos menores, ocupada en los quehaceres domésticos o en la oración. Aunque no era la mayor de los hijos se propuso ayudar generosamente en el sostenimiento de su hogar. Tenía distribuido el día entre la oración, el trabajo y unas pocas horas de descanso.
Entre sus principales virtudes se señalan la obediencia, que practicó desde muy niña hasta los últimos momentos de su vida, cuando amorosamente pidió la bendición y perdón a sus padres y confesores.
La humildad fue otro de los valores que cultivó, pues en una época de exageraciones piadosas, Rosa apareció como un ejemplo de sencillez, no obstante la abundancia de gracias y penitencias que se imponía
Otra de sus virtudes fue la caridad. Sentía un vivo deseo por la salvación de las almas y animaba a sus hermanos dominicos a predicar y a ir a las misiones. Según las referencias de la época, atendía a toda clase de necesitados, especialmente a enfermos y mendigos.
Rosa de Santa María vivió hasta los 31 años. Durante los últimos tres meses de su vida fue hospedada en la casa de la familia del contador Gonzalo de la Maza, lugar en el que se levanta actualmente el Monasterio de Santa Rosa.
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